sábado, 27 de agosto de 2011

Capítulo 1


  -No, no necesito ayuda- digo en un tono un tanto despreciativo, pero ha preguntado por mí, no creo que se lo merezca.
  -Bueno, pues tu cara no dice lo mismo- el chico es guapo, pero también es un tanto pesado. ¿No me puede dejar en paz?  Aunque, ahora que lo pienso hace menos de un minuto deseaba que alguien se preocupase por mí. A veces no me entiendo a mí misma.
  A pesar de mi cabezonería, el chico se sienta a mi lado en la misma postura a centímetros míos. Me mira y extiende el brazo.
  -Me llamo Lucas- dice con una gran sonrisa en la cara. Por muy desagradable que sea, parece que no se va a ir.
  -Carolina- digo sin devolverle el apretón de manos.
  -Carolina…-hace una pequeña pausa-, ¿puedo llamarte Caro?
  ¿Caro? Nunca nadie me ha llamado así, pero me parece un bonito diminutivo, y, aunque sonrío por dentro; respondo ariscamente:
  -Si quieres…
  Lo más raro es que todavía no se haya hartado de mí, cuando me pongo así la gente se suele poner nerviosa y se va.
  -Y, Caro- dice levantándose y extendiéndome la mano, para ayudarme a levantar, como un caballero-, ¿te apetecería un granizado bien fresquito?
  Me río, intentado que no se dé cuenta, pero no es tan tonto.
  -¿Por qué debo fiarme de ti?
  -¿Te he dicho en algún momento que te fíes de mí?- sonriendo, agarro su mano y me levanto con la fuerza de su brazo. Intento comportarme fría, pero es demasiado simpático.
  -¿Eres de aquí?- me pregunta.
  -No, pero tampoco es que tenga muchas ganas de vivir aquí.
  -¿Te puedo preguntar por qué?
  Intento soltar un no pero al final respondo.
  -Pues… porque: esto está lleno de medusas, estaría marginada completamente y solo tendría a mis padres gritando y a mi hermana diciéndome: “¿Dónde está mi bolso, renacuaja?”- digo intentando imitar su voz, aunque creo que lo digo en un tono un tanto estúpido, porque Lucas, se empieza a reír. No sé que le hace gracia, es verdad; no me imagino una vida en la que sólo estén mis padres discutiendo y mi hermana metiéndose conmigo-. ¿Qué te hace tanta gracia?- no me responde, se sigue riendo a carcajada limpia-. En serio, para.
  Intento poner cara de indignada, y miro para adelante, aunque sus tentadores ojos me dicen que lo mire, quiero que se trague que me he enfadado.
  -¿Sabes que estás muy guapa enfadada?
  ¿Guapa? ¿Yo? Si tengo el aspecto más normal que cualquiera se puede encontrar. Cabello castaño, unos ojos miel claros, nada del otro mundo.
  -Entonces tendrías que verme cuando discuto con mi hermana, parezco una supermodelo- digo en tono sarcástico.
  Llegamos al puesto de los granizados y yo me pido uno de naranja, siempre me han gustado. Cuando la gente lo ve, suele poner cara de asco, pero Lucas se ha pedido uno igual.
  -Algún día lo tenía que probar- me dice sonriendo-. No está mal.
  ¿Tiene que estar siempre sonriendo? Esa preciosa sonrisa que parece estar hecha para combinarla con aquellos maravillosos ojos verdes.
  Sólo había visto unos ojos tan bonitos como aquellos una vez en mi vida: los de Pedro…
  Aquellos ojos azules como el mar son inolvidables, pero lo que me pasó con él aún más.
  Lo recuerdo como si fuera el día de ayer. En esos momentos mi vida era perfecta: mis padres no discutían, mi hermana no me chinchaba tanto como ahora y tenía al novio perfecto: Pedro. Tan sólo han transcurrido dos años desde aquello.
  Pasaron los meses, todo el mundo nos conocía como “la pareja perfecta”, pero un día, cuando menos me lo esperaba; sucedió. Mis padres empezaron una discusión que hizo que ahora estén como están.
  Fui a hablar con Pedro, pero él me hizo caso omiso, pasó de mí, sentí que no le importaba nada, y después de salir por la puerta de su casa, no volví a hablar con él. Cuando me lo encontraba, no me sentía capaz de mirarle a los ojos; esos ojos llenos de recuerdos que se estropearon por aquello. Aunque, una semana más o menos después de que me marchara de su casa, me enteré de que estaba saliendo con otra chica. Aunque, a veces, cuando me lo encuentro, y le miro un instante, me mira con ojos de culpa, con ojos de perdón, algo que, después de lo que me hizo; no me enternece como para perdonarlo.
  Pero acordarse de Pedro ahora es una de las peores cosas que puedo hacer, ya que ha pasado mucho, no lo puedo olvidar. Y me prometí que nunca lloraría por alguien que me ha hecho daño, aunque esta misma mañana lo he hecho: por mis padres.
  Intentando no sollozar, continúo hablando con Lucas, que resulta ser una persona muy simpática, mucho más de lo que me imaginaba.
  Su móvil suena, me alivia un poco que no suene una estridente canción de heavy metal, ya que no es mi tipo de música favorita. Siempre me he tomado un poco en serio lo de los gustos musicales.
  -¿Sí?- hace una pequeña pausa y me hace un gesto para que espere un momento, asiento y continúa-. ¿Dónde estáis? Es que… Vale, pues nos vemos en la plaza y hablamos de lo de esta noche- dicen  con desgana-. Me tengo que ir con mis amigos, ¿quieres venir?
  -No, gracias, me voy ya para mi casa.
  Aunque no tenga gana alguna de volver, ya he tenido suficiente lío por hoy. Tengo muchas cosas acumuladas en mi cabeza como para ir a otro sitio más, así que en cuanto llegue a mi casa me encerraré en mi cuarto y no saldré hasta que sea necesario.
  Me tiro lo que queda de mañana en mi habitación, a veces leyendo, a veces conectada a internet, incluso algunas veces me duermo, ya que la noche anterior no he podido dormir muy bien.
  Comemos, todo es como siempre, mi madre sale con unas ojeras que dan miedo y mi padre con una cara de mal humor espectacular. Por suerte, no van a estar aquí en toda la tarde y no volverán hasta la madrugada, ya que mi padre tiene una fiesta de trabajo en una ciudad cercana al pueblo en el que veraneamos, y mi madre (aún me pregunto por qué) le acompaña.
  Poco después de que se vayan, me encuentro a mi hermana maquillándose. Tiene sólo una año más que yo, pero se pinta el doble; supongo que le encantará maquillarse.
  -¿Adónde vas?- digo apoyada en el umbral de la puerta del baño.
  -A una fiesta- responde echándose rímel-. ¿Quieres venir?
  -¿Yo? Eh, no sé.
  -Venga, anímate. No es tan malo.
  Reflexiono durante unos minutos. En realidad, me puede venir bien. Podría hacer rabiar a mis padres, demostrarles que todavía existo, llamarles la atención. Además, mejor que quedarse aquí odiándolos en silencio, es.
  -Está bien. ¿A qué hora empieza?
  -A las once y media- la miro con cara de duda, sé que me estoy metiendo en cosas que no estoy preparada-. Tranquila, volveremos antes que los padres.
  Ninguna de las dos les llamamos papá y mamá entre nosotras, creo que las dos estamos bastante cabreadas con ellos.
  Me visto para la ocasión con ropa que mi hermana me presta, un top y una minifalda, un poco atrevido, pero Natalia (así se llama mi hermana) me la ha aconsejado.
  Cualquiera que me vea en estos momentos puede pensar que soy una persona atrevida, sexy, o cosas como esas; pues se equivocan. Yo nunca he sido una chica que haya querido llamar la atención, es más; nunca la he llamado. Tengo unas cuatro o tres amigas, porque yo sólo califico a una persona como amiga cuando estoy segura de que no dicen falsedades y son amigas de verdad.
  Por desgracia mía, aquí no tengo amigas, la única que tuve se mudó, y no la he vuelto a ver, aunque hablo con ella. Ahora he conocido a Lucas, pero no estoy segura todavía de que pueda tomarlo como un amigo mío.
  -¿Lista?- dice mi hermana interrumpiendo mis pensamientos y cogiendo un bolso.
  Pongo cara de insegura, pero luego sonrío: esta noche es mía.
  -Claro, vámonos.

3 comentarios:

tres de tres dijo...

que rico es Lucas, es que me lo imagino con su sonrisa (L) me encanta!
a ver que pasa en la fiesta
Bsoos

1092 dijo...

MADRE-MÍA-CARMEN! Escribes GENIAL! Me ha enamorado el cap.! Anda que no has mejorado desde tu primer novela en la que te conocí ;)

Imperfecciones a montones:) dijo...

QUE CHULOOO Y LUCAS M ENCANTA ME ENAMORADO DE ÉL...